Deja de perseguir, comienza a atraer...

Deja de perseguir, comienza a atraer

La diferencia fundamental entre lucha y flujo.



Hay una diferencia fundamental entre atraer y perseguir. Cuando actuamos desde un lugar de quietud interior, naturalmente atraemos más y perseguimos menos.

Perseguir es lo que hacemos cuando luchamos. Cuando llamamos diez veces a alguien que no contesta nuestras llamadas de vuelta.

Cuando sentimos que nos esforzamos mucho. Perseguir viene de un lugar de preocupación, de miedo, de baja confianza. Lo perseguimos porque no confiamos en que vendrá a nosotros. Perseguir es alimentado por nuestras inseguridades, por nuestra baja autoestima y por nuestras propias dudas. Perseguir nos deja agotados, cansados ​​y algo tristes.

A menudo nos preguntamos "¿Por qué la vida tiene que ser tan difícil?"

La atracción, por otro lado, es un estado de recepción. Atraemos cosas hacia nosotros porque confiamos en que vendrán y nos abrimos a ellas cuando lo hacen. Atraemos por el poder de nuestra energía, por la alta vibración que emitimos; atraemos porque creemos que lo haremos.

Cuando atraemos vivimos en el flujo. Acumulamos conocimiento de forma natural al escuchar todo lo que nos dicen. Este conocimiento nos lleva sin esfuerzo a tomar decisiones.

Por ejemplo, si sé qué tipo de trabajo disfruto, formo la intención de encontrarlo y tomo la decisión de hacerlo cuando se presente la oportunidad. todo esto es bueno,

pero, ¿qué hago mientras tanto mientras espero que esta oportunidad perfecta se muestre? Bueno, sigo dirigiendo mi energía hacia la atracción de este trabajo perfecto para mí. Sigo energizando mi sueño. ¿Cómo hago esto?

En primer lugar, creo en mi sueño, en lo que sé que es bueno para mí, y hacia lo que siento que mi alma me apremia. Mantengo mi fe alta.

Mantengo mi energía alta. No me presiono ni me obligo a hacer nada que se sienta como una lucha. Voy con lo que la vida me trae y elijo hacer las cosas que me dan energía, ver a las personas que iluminan mi espíritu y estar en los lugares que me levantan el ánimo.

En segundo lugar, confío en mi brújula interna de lo que me parece bien o mal.

Cuando Steve Jobs abandonó la universidad, iba en contra de la definición universalmente aceptada de éxito profesional. Pero su corazón le estaba contando una historia diferente. Estaba destinado a ser el fundador de Apple y su alma lo sabía mucho antes de que sucediera. No persiguió un título en el que no sentía ningún interés. En cambio,

persiguió su sueño y atrajo las oportunidades para hacer realidad su sueño.

Y en tercer lugar, resisto la tentación de rendirme cuando las cosas no aparecen en el marco de tiempo artificial que a veces nos imponemos. Confío en que la ley de la atracción funciona incluso cuando no puedo verla, tal como lo hace la electricidad.

Confío en él de la misma manera que confío en que la luz se encenderá cuando acciono un interruptor. Dejo que siga su propio tiempo y mientras tanto me ocupo de disfrutar de mi propia vida.

Y así es como manifestamos las cosas, como las hacemos reales.

BY Roxana Valea /MEDIUM

Publicado originalmente en https://www.roxanavalea.com

Comentarios